Capítulo 4.
R
Por fin era el gran día, catorce de
febrero. Los alumnos que asistirían al baile de la escuela Ebonee se
encontraban arreglándose cuando ya faltaba poco tiempo para que empezará el
baile. Ése mismo era el caso de Azeneth quien se encontraba sentada en una
silla frente a su tocador.
— ¡¿Te
invitó al Baile de Corazones?! —gritó Anabelle perpleja desde el teléfono
haciendo que Azeneth tuviera que taparse los oídos ya que tenía el altavoz
activado debido a que se encontraba peinando.
—Tal y
como lo oyes, me dijo que nos veríamos a las siete en la escuela—le informó a
su amiga escuchando una risita al otro lado de la línea.
—Pues a
diez para las siete yo estaré en tu casa para llegar juntas, más te vale que
estés lista ¿eh? No pienso llegar ni un minuto tarde, Mathias nos llevará en su
coche para que quede claro.
—Prometo
que estaré peinada y cambiada para cuando llegues.
—Se te
olvida algo en esa lista.
—
¿Cuál?
—Necesitas
maquillarte.
—Ni de
broma —contestó automáticamente mientras se hacía los caireles. Ambas habían
acordado que Azeneth se iría con caireles mientras que Anabelle se peinaría con
un chongo dejando unos cuantos mechones sueltos al frente.
— ¿Por
qué? Sólo porque tu chico de los naipes no te dejó ninguno hoy no quiere decir
que no te arreglarás para Aaron.
Anabelle tenía razón, ése día en la
escuela no había recibido nada como los días anteriores, ni un recadito o una
pista. Absolutamente nada. Eso desanimó un poco a Azeneth, ¿cómo era posible
que los días anteriores si le hubiera dejado aquellos mensajes y justamente el
día de San Valentín no lo hubiera hecho? Era algo irónico pero tuvo que soportar
la realidad todo el día. Por suerte habían estado Belle y Aaron para alegrarle
el día.
—No es
por eso, simplemente creo que me veo mejor sin maquillaje —se inventó una
excusa pero su amiga no se la creyó ni de broma.
—Por
favor maquíllate ¿sí? Por favor, por favor, por favor, por favor —le suplicó
por largos minutos hasta que aceptó.
—Está
bien, pero que quede claro que sólo será por esta vez.
—
¡Gracias! —exclamó alegre a juzgar por su tono de voz.
—Estoy
sacando el maquillaje —le informó a su amiga mientras habría el cajón y sacaba
una bolsa llena de todo tipo de cosméticos que terminaron esparcidos por todo
su tocador.
—Ponte
un labial rosa y un poco de brillo —le indicó pero como estaban hablando por
teléfono Azeneth tuvo que probarse varias tonalidades de rosa hasta encontrar
la que más le favorecía. Una vez que eligió el labial inhaló y exhalo aire
repetidas veces antes de ponérselo con sumo cuidado y paciencia mientras se
miraba al espejo.
—Listo —dijo
después de ponerse una capa de brillo labial.
—Ahora
ponte rímel —le indicó y la joven acató las órdenes de su amiga hasta que
terminó de maquillarse.
—Wow…
casi ni me reconozco —admitió la joven Azeneth sorprendida al verse en el
espejo. Casi no podía creer que la persona que veía reflejada era ella. Su
cabellos rubio cobrizo anteriormente lacio ahora caía en caireles y su rostro
siempre libre de maquillaje hacía resaltar sus ojos dándoles una tonalidad
plateada al tiempo que los resaltaba.
—Esa es
la magia del maquillaje, querida. Ahora vete a cambiar que ya voy en camino.
Nos vemos en un rato —y dicho esto colgó dejando a una chica mirándose
sorprendida en el espejo.
—Ahora
sólo falta el vestido —se dijo a sí misma mientras se paraba de donde estaba
sentada e iba a revisar el reloj—. Tengo cinco minutos antes de que Belle
llegue, será mejor apurarme.
Se dirigió a su closet y sacó un hermoso vestido rojo que se lo puso mientras veía las tres cartas boca arriba que tenía encima de su escritorio. Una vez que terminó con el vestido se puso unos tacones color rojo siempre sin despegar la vista de las cartas de póker y sus letras. Cuando ya estuvo lista tomó los naipes y bajó las escaleras. Parecía una diosa, el vestido le llegaba un poco arriba de las rodillas dejando lucir sus piernas y tacones mientras que sus hombros estaban al descubierto al ser un vestido strapless.
Una vez que terminó de bajar las
escaleras miró fijamente los naipes pero sus pensamientos fueron interrumpidos
por el timbre de su casa.
—Enseguida
voy, Belle —anunció mientras caminaba hacia la puerta y al abrirla no se
encontró con su mejor amiga si no con Aaron en smoking. Y un naipe en su mano.
Se veía tan guapo. A juzgar por el
aspecto del pelo del muchacho se podría decir que se había intentado peinar con
gel pero no le había resultado muy bien que digamos. En cuanto al resto se veía
bastante bien y por como olía se podría decir que se había puesto un poco de
loción.
—Casi,
pero soy Aaron —le dijo con una sonrisa en su rostro al tiempo que le extendía
el brazo entregándole el naipe—. El último naipe, supongo que a éste paso ya
debes saber que palabras forman las iniciales de las cartas ¿no?
Azeneth tomó el último naipe que el
chico de sus sueños le ofrecía. El naipe tenía una E debajo del corazón, todos
los naipes juntos y conforme al orden en el que se los había dado formaban la
palabra AMOR.
—
¿Esperabas a alguien más? —preguntó mientras la miraba. No podía quitarle los
ojos de encima, esa noche se veía aún más bella que de costumbre.
—Um… —le
tomó unos segundos recuperar la voz de la impresión—Sí, esperaba a Belle.
—Entonces
ella tenía razón, sí que te sorprendí ¿cierto?
—
¿Belle sabía sobre esto? —preguntó algo confundida.
—Así
es, como yo le había dicho sobre los naipes a Mathias, él se lo contó a
Anabelle quien decidió ayudarme a darte una sorpresa este Día de los
Enamorados.
—Entonces
tú fuiste quien mandó todos los naipes.
—Así
es. Te quería decir cuánto me gustabas pero me daba pena —se rascó la nuca algo
nervioso con un atisbo de sonrojo en sus mejillas—, pero como nunca habíamos
hablado pensé que me rechazarías y nunca tendría oportunidad contigo. Por eso
hoy no te mandé ningún naipe en el colegio, éste último quería dártelo en persona.
Después de lo bien que la pasamos ayer junté todo el valor que pude y toqué el
timbre. Pero antes de que vayas a decir algo —no es como si la muchacha fuera a
decir algo, sus mejillas estaban ruborizadas naturalmente y las palabras
simplemente se rehusaban a salir de su boca—lee el último naipe—pidió el chico.
—Sí… —fue
lo único que pudo pronunciar la chica mientras le daba la vuelta a la carta de
póker. Había sido una enorme sorpresa que el chico que siempre le gustó en
secreto fuera quien le había mandado todas esas cartas. Lo que contenía el
naipe decía así:
R
Robándote
un beso es como te diré: Te amo. Y ésa será mi manera de demostrártelo porque
una palabra por sí sola no significa nada si no hay un acto que la apoye.
Una sonrisa escapó de los labios la
Azeneth al leer lo último.
—Eres
tú —dijo la joven levantando la mirada para verlo.
—Siempre
fui yo.
—Una
parte de mí lo sabía.
—Sé que
todo lo que escribí es demasiado cursi para poder creerse que yo fui el autor
pero lo del beso iba enserio —Aaron comenzó a acercarse lentamente hacia la
chica hasta que sus rostros quedaron tan cerca que podían sentir la respiración
del otro golpear su rostro—. Muy enserio.
Y los labios de ambos se fundieron
en beso más dulce que habían recibido en sus vidas. Los labios de él moviéndose
con los de ella al son de una melodía que sólo dos se sabían a pesar de nunca
haberla escuchado antes. Ese fue su primer beso de muchos juntos. El beso se
prolongó hasta que el oxígeno hizo acto de presencia y tuvieron que separar sus
labios lentamente.
—Te
amo… —le susurró al oído Aaron a Azeneth para después apoyar su frente contra
la de ella y cerrar sus ojos con una sonrisa en sus labios — Por eso quiero que
seas mi novia ¿tú qué dices?
—Yo
también te amo —también le susurró mientras lo abrazaba y lo miraba—. La
respuesta es muy obvia y es un sí —una sonrisa se formó en los labios de ambos.
Ya sabía que el brillo que
anteriormente se había puesto ahora ya no estaba en sus labios y seguramente el
labial tampoco pero si así se podía despintar los labios no le molestaba en lo
absoluto esa manera de removerlo.
—
¿Sabes cuantas veces he pensado en ti? —le preguntó Aaron a su novia mientras
caminaban rumbo al Baile de Corazones.
—
¿Cuántas?
—Antes
de irte a dormir cuenta las estrellas en el cielo y lo sabrás.
Fin.